sábado, 13 de febrero de 2016

Relatos, Fábulas y Leyendas.- 8


8.- EL CALENTAMIENTO GLOBAL

 



 La Tierra abrasada por un calentamiento imparable.

 

De nuevo, mi nieto Javi vuelve a la carga con otro de sus acostumbrados temas, siempre complejos, que suelen terminar metiéndome en un brete, ante la dificultad de satisfacer su insaciable curiosidad.

En esta ocasión vino hacia mí con una feliz noticia por delante:

-¡Yayo, me han dado un sobresaliente en el cole en un trabajo de redacción!

-¡Muy bien, oye! -contesté, al tiempo que le hacía la pregunta de rigor- ¿Y de qué trataba el trabajo?

-Era sobre "el calentamiento global"

-Muy interesante -dije- A ver, cuéntame un poco sobre lo qué escribiste.

-Ah, pues dije que, como no tengamos un poco más de cuidado, nos vamos a cargar nuestro planeta y no se va a poder vivir en él.

-Muy bien ¿Y qué cuidados proponías?

-Varios -contestó muy seguro de sí- El primero un ahorro en el consumo de energía. También otros, como promover el uso de energías alternativas, prohibir  los gases y residuos industriales que producen el efecto invernadero, impedir la quema o tala de los árboles, evitar ensuciar el agua y prohibir la fabricación y uso del plástico y otros productos químicos contaminantes.

-Todo eso está muy bien, pero tú ¿qué vas a hacer para evitar que la Tierra se contamine?

-¡Jo, yayo! Eso lo tendrán que hacer los mayores    -contestó un tanto enfadado- ¿Qué quieres que haga yo?

-Bueno, te voy a sugerir algunas acciones que podrías realizar para mejorar las condiciones del medio ambiente del planeta:

1.- Podrías renunciar a utilizar tu tableta, la tele, el iphone y todos tus aparatos y juguetes eléctricos, así ahorrarías mogollón de energía.

2.- Deberías renunciar a la iluminación eléctrica y utilizar velas de cera que, como la fabrican las abejas, es un producto muy ecológico.

3.- Sería muy conveniente que convencieras a tus papis para que fueran al trabajo en burro o carreta para evitar los gases contaminantes de sus automóviles.

4.- Tienes que decirle a tu mami que no use el gas para cocinar y calentar la casa. Sería mucho mejor que lo hiciera encendiendo hogueras en la terraza.

A estas alturas, Javi celebra cada una de mis indicaciones con una sonora carcajada.

-¡Venga yayo, acaba ya, que estás de guasa!

-Espera, espera, que no he terminado -me apresuré a contener su decidida intención de dar por concluida la charla, desde ese mismo momento.

5.- No deberías ensuciar el agua con jabón en la ducha o el lavabo, porque este es un bien escaso. De hecho, solo deberías emplear el agua de lluvia.

6.- Podrías prescindir de todos los productos hechos con materiales plásticos o productos químicos. Fíjate que en este apartado figuran infinidad de artículos de uso diario y doméstico, incluidos toda clase de aparatos y enseres, así como tejidos, champús, cremas, medicinas, dentífricos, colonias y un largo etc.

-¡No hablas en serio! -me espeta.

-¿Te parece? ¿Y si te digo que hay unos cuantos miles de millones de personas que carecen de todo eso, que tú te ves incapaz de prescindir?

-¿Y? -pregunta, francamente mosqueado.

-Pues que, no solo no se va a poder ahorrar energía en el futuro, sino que se producirá un notable aumento de consumo, conforme esa ingente masa de personas, que hoy carece de todo, vaya accediendo, con el mismo derecho que tú, a esos bienes que ahora mismo disfrutas.

-Y te digo más: La energía que hoy se consume es nada comparada con la que se necesitará en el futuro. ¿Por qué? Porque el calentamiento de la Tierra no es un fenómeno de hoy. Este viene produciéndose desde la última glaciación, hace 40  millones de años.

-Lo dices en serio, o me estás vacilando.

-Muy en serio, de verdad -aseguré con firmeza- Desde aquella fecha, la Tierra viene sufriendo un calentamiento constante, progresivo e imparable. Dentro de unos 4.500 millones de años, nuestro planeta se habrá volatilizado, engullido por el Sol que habrá crecido hasta alcanzar la órbita de la Tierra, al convertirse en una enorme estrella Gigante Roja. Esto ocurrirá por haber consumido todo el hidrógeno que hoy le sirve de combustible. Mucho antes de producirse el fin del planeta, este se habrá degradado tanto, a causa de las altas temperaturas, que ya no habrá ser vivo que pueda vivir en él.

-¡Jo, menos mal que nosotros no lo veremos!

-Sí, hemos tenido la suerte de nacer en esta época en la que la Tierra está en su mejor momento. Pero esto no durará, porque el calentamiento del globo continuará imparable En un par de milenios, sus habitantes deberán afrontar infinidad de adversidades que amenazarán la habitabilidad del Planeta. Para evitarlas será necesario disponer de una ingente cantidad de energía. El petróleo y demás combustibles fósiles se habrán agotado y de poco servirán los actuales "molinillos" ni las pantallas fotovoltaicas.

-¡Ostras! ¿Y eso de las energías alternativas o renovables? ¿No serán suficientes?

-Se mire como se mire y se diga lo que se diga, solo hay una energía inagotable, limpia, barata y que pueda ser producida en cantidades inmensas: la energía nuclear.

-Pero eso es peligrosísimo. Todo el mundo lo dice

-No todo el mundo. Es cierto que, hoy día, se ha generado un rechazo casi absoluto de este tipo de energía en la opinión pública, sin demasiado fundamento por cierto. Sin embargo, hay científicos, quizás no los suficientes, que están investigando la mejor y más segura utilización de la energía nuclear, convencidos de su esencial necesidad, si se quiere evitar el colapso del medio ambiente que se avecina.

-¡Caray, yayo! Dices que no hay fundamento en el miedo a las centrales nucleares ¿Ya no te acuerdas de Chernobyl y Fukushima?

Javi contraataca en defensa de sus tesis.

-Claro que me acuerdo, fueron dos auténticos desastres, pero hay que analizarlos bien para juzgar su grado de peligrosidad. La central de Chernobyl era una instalación con tecnología anticuada y un deficiente mantenimiento, producto de un sistema socio-político en descomposición. Además, el oscurantismo propio de este régimen propició una mala gestión del accidente y lo peor de todo fue que la evacuación de la población afectada se retrasó seis días, lo que provocó muertes y daños en una cuantía no evaluada del todo todavía.

-Ahora -añadí-, fíjate en lo ocurrido en la central de Fukushima, mucho más moderna. Un terrible tsunami inutilizó las bombas del agua de refrigeración de los reactores y estos estallaron. ¿Cuántos muertos se produjeron en este desastre?: Ninguno. ¿Cuántos ocasionó el tsunami?: 22.000. -no fueron demasiados, se calcula que en el de Sumatra de 2004 hubo más de 280.000 víctimas-. Dime pues quién tiene más peligro: el mar o las centrales nucleares.

-Bueno...visto así...-Javi, algo desorientado, duda y se bate ahora en retirada- pero me parece que no son comparables.

-Serán comparables o no, pero lo cierto es que el mar se lleva por delante a tantas personas como puede y son muchas cada año. Sin embargo, no se toma ninguna acción en contra de este feroz asesino y, en cambio, se le dedica toda clase de cánticos, poemas, alabanzas y hasta apasionados entusiasmos, alentados por maravillosas imágenes de pintores y fotógrafos, mientras que a la energía nuclear le toca recibir toda suerte de rechazos y desprecios, sin que falten en su contra las opiniones más contrarias y desfavorables, ni los dictámenes más alarmantes.

-Yayo, eso de feroz asesino...te estás pasando. Yo lo encuentro muy agradable cuando me baño en la playa.

-Quizás, aunque no sé qué otro apelativo se le puede dar a quien mata tanto y con tanta frecuencia.

-Bueno, pero no me irás a decir que la seguridad en las centrales nucleares y la producción de residuos radiactivos en ellas no son un problema a tener en cuenta.

-No, no te lo voy a decir. Son un problema...y un problema muy grave, aunque no representan nada que la ciencia y la tecnología no puedan resolver. Solo es cuestión de investigarlo con el debido empeño.

Llegado a este punto, Javi ya no sabe si ir hacia delante o hacia atrás, pero arremete con el tema de los plásticos, los residuos industriales y la enorme polución que se genera sobre el aire, el agua y la vegetación.

-Hablemos de los materiales sintéticos, como el plástico -sugerí- Desde el comienzo del siglo XX, varios talentosos investigadores trabajaban para producir un material fácil de elaborar pero muy resistente, con buenas propiedades mecánicas, moldeable, ligero, barato, aislante eléctrico, impermeable, resistente a la corrosión y, algo muy importante, que gozara de una gran duración. Era casi una utopía, pero después de mucho estudio, esfuerzo e incansable trabajo de laboratorio, lo lograron. Había nacido este material que hemos dado en llamar "plástico". Ese extraordinario y admirable invento produjo un profundo cambio en la fabricación de toda clase de productos, que pasaron a ser más ligeros, más duraderos, más fáciles de elaborar y mucho más baratos.

-¡Jopé! Pero si es una cosa tan buena, ¿por qué los ecologistas le tienen tanto asco?

-Porque, solemos coger los rábanos por las hojas, con más frecuencia de lo debido. El plástico, que tiene la propiedad de mantenerse inalterable durante cientos de años, no es el culpable de polucionar los mares, los culpables son los que lo arrojan al mar, los que lo permiten y quienes no toman medidas para subsanarlo. Dicen que en el Índico, y también en el Atlántico, existen sendas islas formadas por productos plásticos, que duplican la extensión de la superficie de España.

-Eso debe ser muy dañino para los peces ¿no?

-Claro. Pero fíjate: En vez de promover un programa mundial de la ONU para la limpieza del mar, con las poderosas flotas de guerra existentes, solo se les ocurre pedir el cese de la fabricación del plástico.

-Sí, eso sería bueno, pero...¿Dónde se guardaría esa enorme cantidad de plástico hasta que se degradara por completo? No habría sitio.

-No, no habría que almacenarla. Sería cuestión de ir reciclándola. Parte se emplearía para fundir nuevas piezas, el resto podría utilizarse en otras aplicaciones como la construcción de edificios y carreteras

-Bueno ¿y qué me dices de los residuos industriales? -insistió Javi.

-Hay quien dice que la desmesurada actividad industrial de algunos países del primer mundo está enfermando al planeta con sus gases y residuos, y que habría que frenar esa actividad y volver a una sociedad más natural, sencilla y comprometida con el medio ambiente. Pues bien, te diré que en los países industrializados es donde se vive más y mejor, donde hay más libertad y donde los derechos humanos son más respetados. ¿Por qué crees, si no, que todo el mundo quiere venirse a Europa?

Javi no respondió, así que proseguí mi discurso.

-Es cierto que toda actividad industrial genera desechos que pueden ser perjudiciales para el medio ambiente, pero no hay impedimento tecnológico para evitar esos daños. Todo residuo puede ser reciclado, como todo lo que se ensucia puede ser purificado. Para ello solo se necesita la firme voluntad de realizarlo.

-En fin, que mi redacción era una caquita ¿no?

-No, no. Lo que has escrito está muy bien, solo que está incompleto. No basta con buenas intenciones o buenos sentimientos, hacen falta acciones sensatas que corrijan los inconvenientes sin perder las ventajas.

-Ahora -añadí- voy a decirte algo que me gustaría que recordaras cuando llegues a cumplir tu deseo de ser ingeniero. Es algo que puede que te encuentres, o debas de afrontar, durante el ejercicio de tu actividad profesional, pero que ocurre de forma general en cualquier actividad novedosa. Es habitual, al producirse una invención, que esta genere un problema a alguien o algo, al mismo tiempo que un bien general para el resto de beneficiarios. Ante esta situación se abren dos caminos o actuaciones: Uno es el de rechazar el bien para evitar las complicaciones negativas. Es dar un paso atrás en el camino del progreso. Otra vía es aceptar el bien, asumiendo los inconvenientes que produce. Puede que no genere demasiado progreso. Es como dar un paso al lado, porque quizás se dé la circunstancia de que el mal producido no compense el bien a recibir.

-Bien, pues ahora viene la moraleja -insistí- El buen camino, la vía que conduce a un auténtico progreso duradero, es el de estudiar los problemas que puedan producirse en la generación de un bien, sea este un producto o una actividad, y resolverlos.

-¡Sí, sí, lo entiendo! Pero, ¿y si es un problema tan difícil de resolver que resulta imposible en la práctica?

-No hay problema imposible de resolver. La ciencia y la tecnología son capaces de llevar a cabo todo lo que el hombre es capaz de imaginar. Como te he dicho antes, solo se necesita la firme voluntad de poner los medios físicos e intelectuales para lograrlo.

-Amén -sentenció Javi- Que así sea, yayo

-¿...?

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