26.- Misterio en el TEE París-Copenhague.
Cierto día de otoño de 1972, debía
viajar a Essen, en Alemania, desde Donostia por un asunto profesional.
Tomé un wagon-lits en Hendaya entrada la
noche y llegué a París-Austerliz de madrugada, sin apenas dormir. La cama era
confortable pero el ruido y traqueteo del tren me lo impidieron.
En la estación debía reunirme con un
colega francés, con el que debía intercambiar información sobre algunos asuntos
relativos a nuestra común actividad. Pero no se presentó.
Decidí ir directamente a la Gare du Nord
para tomar el TEE a Copenhague que me dejaría en Colonia. Otro tren me llevaría
hasta Essen.
Desde un banco del amplio hall de la
estación, dediqué las 3 horas de espera a curiosear todo lo que había o se
movía por allí. Pronto llamó mi atención el paso de una elegante mujer. Era
alta, muy morena, de armoniosa figura y aspecto muy especial
Noté que trataba de evitar a un mal
encarado tipo que la seguía. Al fin, se sentó a mi lado sin mediar palabra. El
tipo, tras dudar un momento, se esfumó.
Después ella se presentó y hablamos. Era canadiense pero se expresaba en un
correcto español. Poco a poco fuimos entrando en una animada conversación.
Sobre todo, al tararearle: Ô Canada!
Terre de nos aïeux...Himno francés de Canadá, que yo había aprendido muy
joven en el colegio.
Nuestra amena charla se interrumpió al
recibir el aviso de embarque y ocupar nuestros respectivos departamentos.
Pasado Namur, era ya hora del almuerzo y
quise compartirlo con la bella dama, pero al entrar en su departamento un
escalofrío recorrió mi espalda. Allí estaba el tipo de París tendido y muerto,
con un puñal clavado en el corazón. De la mujer, ni rastro.
En Lieja el tren se llenó de policía.
Muchas preguntas y pocas respuestas. Con ánimo encogido dejé el tren en Colonia
y esperé al que me llevaría a Essen, paseando por el andén. Pero cuando el TEE
reinició su marcha, rumbo a Copenhague, y pasaba ante mí, una explosiva rubia
me sonrió tras los cristales de su ventanilla. ¡Era ella! Lo supe al instante.
¿Qué intrigante misterio arrastraba aquella mujer? Jamás lo sabré.
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