martes, 7 de febrero de 2017

20. Relatos, Fábulas y Leyendas

20.- EL CIELO.





Los niños de hoy aterrizan en este mundo con una curiosidad sin límites. Quieren saber, pero necesitan hacerlo razonadamente. No admiten respuestas como: "porque lo dijo fulano" sea cual sea la autoridad de éste. O bien: "porque está escrito en tal libro" por muy relevante que sea.
Recuerdo que estos imprecisos argumentos eran suficientes para aplacar nuestro deseo de conocer temas delicados, allá por los años cuarenta del siglo pasado. Hoy ya no valen.
Esto viene a cuento por la pregunta que me ha lanzado mi nieto Andrés -alias Andrews- de ocho años.
Es esta: Oye yayo ¿Cómo supieron las personas que Dios estaba en el cielo?
¡Casi nada! No me negaran que esta pregunta se las trae.
Andrés, con sus 8 años, hace nada que ha sufrido la desilusión de saber que los Reyes Magos y el Ratoncito Pérez son un escandaloso invento de los mayores. Está, y con razón, más que resabiado y ya no acepta ninguna proposición fundada en la autoridad de quien se la hace.
¡Vaya un papelón que me ha caído! Necesito meditar mucho la respuesta. No vale cualquiera, ni tampoco salirme por la tangente para cubrir de cualquier modo el expediente. A su vez, deberá resultar asequible a la capacidad de entendimiento correspondiente a su edad. ¡En menudo charco me he metido!
Verás, Andrés, lo primero que debes entender es la diferencia que existe entre cielo y Cielo.
El cielo, o firmamento, es ese espacio etéreo, diáfano y azulado que rodea la Tierra, donde vuelan  pájaros y aviones, corren las nubes y andan las estrellas. Es algo tangible y visible, es decir, material. Aunque su dimensión sea desconocida para nosotros, pues se extiende hasta los ignotos límites del Universo.
El Cielo de define como la morada de Dios, los ángeles, los santos y los justos. Debido a Su naturaleza  debe ser inmaterial, invisible y su situación ignorada. Por pura lógica, aunque sin ninguna seguridad por falta de conocimiento, el Cielo debería estar situado en una dimensión, tan distinta a las que conocemos los humanos, que ha de resultar inimaginable para nosotros.
Como ves, nos encontramos ante dos mundos muy diferentes. El material, que se puede ver y tocar, es decir, el nuestro, donde vivimos, y el inmaterial o espiritual que no se puede ver ni tocar. Tampoco  sabemos dónde se encuentra, por dónde anda, ni cuál es su verdadera naturaleza.
Ahora debes entender la diferencia que existe entre conocimiento y creencia.
Los conocimientos corresponden a todo lo que sabemos o podemos llegar a saber de ese mundo material donde nos encontramos los humanos.
Las creencias pertenecen a este otro mundo espiritual que no se puede ver, tocar o medir, solo imaginar, suponer o admitir, es decir, creer lo que nos propongan otros, revestidos con la adecuada autoridad.
Entonces, te preguntarás cómo saber a quién creer sobre un hecho espiritual, si no se puede conocer, a ciencia cierta, nada en concreto de esa proposición.
Muy fácil. Se trata de comprobar si esa creencia propugna el bien y/o conduce a él.
Recuerda bien esa frase, pues te puede servir para cualquier otra situación de tu vida futura. Si alguien te dice algo que contradice ese principio no le hagas ningún caso. Aunque te lo diga tu abuelo.   
Nosotros -y tú en particular- disponemos de un conjunto de creencias que componen una religión, la Católica, fundada en la doctrina de Jesucristo, que encaja bien en esa definición que yo te he dado. Por eso tus ancestros, tus tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y padres han creído y creen en ella.
Después de esto volvemos a tu pregunta inicial.
¿Cómo supieron las personas que Dios estaba en el cielo?
Pues bien, las primeras personas que pensaron en Dios, muchos siglos antes de que naciera Jesucristo, situaron su casa en el cielo, más allá de las nubes, por la sencilla razón de que era evidente que no estaba en la Tierra -nadie lo había visto por aquí- y no podían imaginar otro lugar más adecuado donde vivir sin que le vieran: si no estaba en la tierra, estaría en el cielo. Además disponían de muy pocos conocimientos de Astronomía y, por lo tanto, ignoraban la inmensidad y el funcionamiento del Universo.
Hoy ya se sabe que la morada de Dios no está en el cielo, sino en el Cielo, un lugar inmaterial, como corresponde a la naturaleza divina, que nadie sabe cómo es ni dónde se encuentra.
Se ha mantenido la misma palabra para los dos distintos criterios por tradición y porque el cambio de la significación de un concepto a otro fue muy lento.
Resumiendo: Las personas nunca han podido saber, a ciencia cierta, dónde está Dios. La Religión nos lo puede explicar, pero eso no es un conocimiento sino una creencia, como te he comentado.
Espero haber podido responder bien a tu pregunta y, al mismo tiempo, aclarar los conceptos que la componen. Y si algo no entiendes, aquí me tienes para esclarecerlo.